El proyecto Cuencas Verdes implementa la estrategia de Escuelas de Campo (ECAS) con el objetivo de capacitar a comunidades vulnerables ante los efectos adversos del cambio climático. Esta herramienta  se considera de gran impacto dentro del Proyecto Cuencas Verdes ya que aumenta la resiliencia de los sistemas productivos y la capacidad adaptativa de las personas que participan fortaleciendo sus capacidades en temas vinculados a la producción de frutales, huertos familiares de traspatio, sistema tipo milpa y producción de forrajes.

 

Escuela de campo de hortalizas, establecimiento de sistema de riego por goteo. Créditos: Ilse Aideé Palma Piña 

La base de las ECAS, es generar un espacio de aprendizaje para que las personas productoras puedan aprender e intercambiar ideas con personas expertas en temas como: agroecología, manejo de biopreparados, atención de plagas y enfermedades; podas, injertos y abonado en árboles frutales etc. En estos espacios, los y las productoras no solo se reúnen a aprender sino también a compartir los conocimientos con los que cuentan.

De esta manera el conocimiento local se integra para responder o buscar alternativas y así enfrentar las amenazas climáticas que pueden afectar sus medios de vida. Otros beneficios que se han observado, es la colectividad, el fomento de la organización comunitaria y las sinergias que se crean entre productores lo cual permite crear grupos consolidados para enfrentar de manera conjunta situación en conjunto e incluso se ha logrado la expansión de los conocimientos aprendidos hacia otros productores no participantes en las ECAS, ya que suelen compartir y comparar los resultados que obtienen al aplicar alguna de las técnicas aprendidas.

Escuela de campo agroforestal, poda en árboles frutales. Créditos: Ilse Aideé Palma Piña

En el marco del proyecto Cuencas Verdes, se ha observado una dinámica de participación muy interesante con una asistencia de 101 personas hasta el momento. Las ECAS, se habían dirigido hacia dos comunidades principalmente, sin embargo, a lo largo de 11 sesiones de capacitación se fueron sumando personas interesadas de comunidades cercanas. Incluso se han generado comentarios de interés para el establecimiento de otras ECAS en estas comunidades. A la par, el proyecto dentificó que las ECAS generan un ambiente de confianza entre las personas de las comunidades, lo que permite una mayor interacción y participación en las capacitaciones.

Finalmente, los principales grupos meta para las ECAS eran los adultos mayores que son propietarios de tierras y que tienen alguna actividad agropecuaria, sin embargo, se han logrado integrar personas con otras edades (Figura 1) pero que tienen el mismo interés   de generar capacidades que les permita adaptarse antes las amenazas a sus medios de vida.

Figura 1: Dinámica de participación en ECAS con enfoque climático. Créditos: Ilse Aideé Palma Piña

En nuestro día a día hacemos las compras de nuestros alimentos tomando en cuenta por lo general un factor importante, el precio. ¿Pero logra este precio reflejar realmente qué prácticas se utilizaron para cultivar ese alimento o cuántas toneladas de gases de efecto invernadero se emitieron? El valor de los alimentos va mucho más allá de aspectos puramente económicos, existen muchas implicaciones sociales y ambientales que dependen directamente de las prácticas utilizadas para su producción. Prácticas poco conscientes pueden tener varias afectaciones sobre la naturaleza como emisiones de gases de efecto invernadero y contaminación suelos y mantos acuíferos con agroquímicos. Sin embargo, buenas prácticas agrícolas pueden tener contribuciones significativas para el capital natural, social y económico.

El Proyecto Integración de la Biodiversidad en la agricultura en México IKI-IBA, junto con el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) y ONU Medio ambiente organizaron el evento “The true Value of Food”/El verdadero valor de los alimentos dentro del Congreso Mundial de Conservación de IUCN. En este panel virtual se trataron aquellos aspectos intangibles de la producción de alimentos que tienen un impacto y valor importante y que normalmente no son tomados en cuenta ya que van más allá del precio. Por medio de un juego interactivo sobre el caso de una cervecera se invitó a la audiencia a evaluar las externalidades ambientales y sociales de diversas decisiones con el fin de concientizar sobre el valor de las mismas.

Además, se complementó con un panel de discusión con actores tanto de sector privado como sector público de México y Brasil sobre la integración de la biodiversidad en la agricultura. El diálogo fue bastante enriquecedor ya que expusieron dos percepciones diferentes sobre el manejo de la agricultura y proyectos o experiencias positivas e innovadoras. No obstante, se enfatizó la necesidad de aprovechar estas diferencias para cooperar entre sector público y privado cada uno desde su área de experiencia. Este fructífero evento demostró la importancia del apoyo entre los diferentes sectores para lograr una mayor incidencia ambiental, social y económico a través de la mejora de las prácticas en el sector agrícola.

Conoce más en el siguiente enlace.

La Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica de la ONU inició el proceso para desarrollar un Marco Global para la Biodiversidad Post-2020, como otro paso para lograr la Visión 2050 de “Vivir en armonía con la Naturaleza”.

 

Este Marco Global y la Visión 2050, ahora deben de afrontar la nueva realidad en la que el COVID-19 nos ha colocado y es por ello que la Integración de la Biodiversidad (Mainstreaming) en los sectores productivos ha adquirido aun mayor relevancia para la CDB. Actualmente los conceptos y mensajes que se escuchan por todos lados sobre “Build Back Better” y “Green Recovery” entre otros, nos han puesto a pensar qué estamos haciendo en ese sentido dentro de nuestros proyectos.

 

En el caso del proyecto IKI IBA, identificamos varias acciones y rutas, que hemos venido promoviendo dentro de nuestros proyectos piloto como son: mantener y recuperar la capacidad de los suelos para producir alimento, a través de la agricultura de conservación, recuperando el porcentaje de materia orgánica, su capacidad de retención de agua y mayor fertilidad; al igual que la promoción de buenas prácticas en la selección, almacenamiento e intercambio de semillas y el manejo de plagas con metodos que no involucran agroquímicos, como lo es el caso de los murciélagos y la palomilla barrenadora del arroz. Todas estas son acciones permiten que los productores sean más resilientes, pues con un suelo sano, con su buena variedad y calidad de semillas, así como con los servicios de los ecosistemas aledaños a los cultivos, les permite tener una mejor economía en su producción, a la vez que una mayor calidad en sus productos.

 

Estos son los ejemplos que nos permiten tener un diálogo de confianza y trabajo junto a los colegas de SADER y que son clave para promover, que  la integración de la biodiversidad se vuelva un componente fundamental en los procesos de toma de decisiones y en el diseño de programas en este sector.

 

Durante los últimos años, el sector agrícola mexicano ha avanzado de manera importante en su marco legal y programático para una transformación hacia un sistema agroalimentario más sostenible. Asimismo, ha habido importantes esfuerzos de coordinación intersectorial enmarcados principalmente en la Estrategia Nacional sobre Biodiversidad de México (ENBioMex) y su Plan de Acción 2016-2030, así como en las Estrategias para la Conservación y Uso Sustentable de la Biodiversidad en los Estados (ECUSBEs), derivadas de este importante instrumento de planeación. Algunos gobiernos estatales han dado un decidido impulso a esta visión de intersectorialidad para lograr una producción agropecuaria sustentable y amigable con la biodiversidad, estableciendo programas locales y acciones concretas que brindan soluciones a problemáticas específicas de cada Estado, pero que tienen el potencial de servir de ejemplo a otras entidades.

Con el fin de visibilizar la relevancia del diálogo intersectorial en la búsqueda de oportunidades para la implementación de buenas prácticas que favorezcan a la biodiversidad en los sectores productivos primarios, aseguren su resiliencia  y compartir las lecciones aprendidas, el Proyecto IKI IBA organizó una Serie de Seminarios para el Intercambio de Experiencias entre Autoridades Estatales sobre Agricultura Sustentable y Biodiversidad.

El primer seminario tuvo como tema La Integración de la Biodiversidad en el Sector Agrícola, y se realizó el 17 de junio de 2020 con la participación de representantes de los sectores agropecuario y ambiental de los estados de Jalisco, Yucatán y Guanajuato. El segundo se realizó el 8 de julio, con la participación de Oaxaca, Puebla e Hidalgo con el tema “La agroecología como camino a la autosuficiencia alimentaria y a la conservación de la biodiversidad”, y en el tercero, realizado el 21 de julio con el tema “La polinización, su importancia en la salud de los ecosistemas y la producción de alimentos”, participaron Quintana Roo, Querétaro y CDMX.

Todos los seminarios fueron transmitidos en vivo vía Facebook Live en la página del Proyecto IKI IBA, lo que permitió una amplia audiencia, que llegó a superar los 100 participantes, y el intercambio de preguntas y respuestas con los distintos panelistas. Durante cada seminario se promovió un interesante diálogo entre los sectores y entre los estados, destacándose el papel de los gobiernos estatales para impulsar las agendas de sustentabilidad e integración de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos en la producción agroalimentaria.

Se pueden consultar los videos de las presentaciones y las memorias gráficas en el siguiente enlace.

Hay innumerables formas en las que el sistema alimentario mundial se pondrá a prueba y causará tensión en las próximas semanas y meses. La mayoría de las apreciaciones actuales prevén en general una contracción tanto en la oferta como en la demanda de productos agrícolas, y señalan posibles interrupciones en el comercio y la logística. Los grupos vulnerables incluyen a los pequeños agricultores, a quienes se les puede impedir trabajar su tierra, acceder a los mercados para vender sus productos o comprar semillas y otros insumos esenciales.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), una de las consecuencias de la pandemia será un menor suministro de productos como fertilizantes, pesticidas y semillas, que probablemente reducirán los rendimientos más adelante en el año. En México, los pequeños agricultores dependen en gran medida de estos insumos. Esta alta dependencia de pesticidas y fertilizantes comerciales y la presión derivada de su escasez podrían reducirse al adoptar opciones ecológicas como el control biológico de plagas y el uso de fertilizantes naturales. La promoción de los bancos comunitarios de semillas no solo reduciría la dependencia de los agricultores de las semillas comerciales, sino que también promovería el uso de semillas locales que se adapten mejor a los patrones climáticos cambiantes.

Por otro lado, la agricultura de precisión podría proporcionar una reducción de costos para los agricultores que luchan por llegar a fin de mes y enfrentan enfermedades o restricciones de cuarentena. Los agricultores mexicanos dependen en gran medida de los insumos laborales y están particularmente expuestos al COVID-19.

La pandemia afectará a todos los elementos del sistema alimentario, desde el suministro primario pasando por el procesamiento, el comercio y los sistemas logísticos nacionales e internacionales, hasta la demanda intermedia y final. En México, las cadenas productivas dependen en gran medida de intermediarios independientes. Las cadenas de valor bien integradas y coordinadas, con una estrecha participación de todos los eslabones de la cadena productiva y centrados en los mercados locales, garantizarán un proceso más estable para todas las partes interesadas.

Los agricultores en América Latina no solo están produciendo con altas tarifas de deuda, sino que sus tasas de interés son significativamente más altas que en los países de altos ingresos. Por lo tanto, están más expuestos a un posible impacto en el costo del capital, que puede surgir de los cambios en las tasas de interés. Los mecanismos financieros diseñados específicamente para los pequeños agricultores podrían ayudar a aliviar esta situación.

El conocimiento tradicional sobre la observación del entorno natural se encuentra muy arraigado en las comunidades Mayas de la Península de Yucatán. Es con base en estas observaciones ancestrales que las comunidades del sur de Yucatán toman decisiones sobre el ciclo agrícola cada año, en un proceso llamado Xook K’iin (“la cuenta de los días”). Durante el mes de enero, los agricultores toman nota de las condiciones del clima, de los tipos de insectos y aves, y observan su comportamiento, y según parámetros pasados de padres a hijos, pueden decidir si lloverá pronto, si el temporal será abundante y cuánto tiempo durará. Esto les permite decidir cuándo sembrar y qué tipo de semillas usar.

El 19 de febrero se realizó el taller de Xook K’iin de la región de Chacsinkín para 2020, donde representantes de 6 comunidades se reunieron para compartir sus observaciones, discutir las implicaciones y decidir sobre lo que harán en la región en el presente ciclo agrícola. En el proceso de discusión participaron hombres y mujeres, quienes en mesas de trabajo, llenaron la matriz de observaciones que luego fue presentada en la plenaria, en lengua Maya.

Como muchas reuniones de la región, el taller de Xook K’iin terminó con una ceremonia de agradecimiento a los ancestros por ayudarlos a tener observaciones acertadas y a tomar buenas decisiones.

El Proyecto IKI IBA, fue invitado este año a observar el Xook K’iin como parte de la colaboración que mantiene con los Guardianes de las Semillas del Sur de Yucatán, organización dedicada a conservar los valores culturales y de biodiversidad de la milpa maya en la región.

El sector agropecuario es particularmente vulnerable al cambio climático y a la vez contribuye a la emisión de gases efecto invernadero, causante del cambio climático. Su desarrollo a la vez amenazado y amenazante da lugar a la necesidad de desarrollar una Agenda de Cambio Climático y Producción Agroalimentaria. Continue reading “Más de 30 instituciones reunidas para una Agenda Climática enfocada en la Producción Agroalimentaria”

El taller “Hacia la construcción de una Agenda de Cambio Climático y Producción Agroalimentaria” confirmó el interés y ofreció la posibilidad de contribuir a la Agenda de Cambio Climático del sector agroalimentario para reducir las emisiones y al mismo tiempo aumentar la resiliencia y la capacidad de adaptación del sector agroalimentario hacia el cambio climático.

Continue reading “Reúne el debate sobre la Agenda de Cambio Climático del sector agroalimentario a los actores clave y expertos en la materia”

El sector agroalimentario es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático. A nivel global la producción agroalimentaria representa 14% de los GEI, parecido al sector transporte (13%) o la industria (19%). No obstante, eventos extremos como lluvias severas, inundaciones, sequías, lo hacen particularmente vulnerable.  Continue reading “¿Agricultura amenazada, amenazante o amiga? Agenda sectorial ante el cambio climático”