El bienestar de las personas depende, entre otros, de las condiciones ambientales. La mala calidad del aire puede aumentar el riesgo de complicaciones respiratorias durante enfermedades como el COVID-19. El monitoreo de la calidad de aire facilita la evaluación del riesgo y la toma de decisiones de política pública.

Incendios forestales y quemas agrícolas que tienen lugar en muchas regiones, entre ellas la Selva Maya, generan partículas nocivas, visibles como un humo negro, que afectan la salud humana. Los problemas respiratorios causados por estas partículas son un factor agravante para personas que están luchando contra la enfermedad causada por el nuevo coronavirus tipo 2, mejor conocido como COVID-19, que está terminando con la vida de mucha gente.

 

Créditos: César Paz – WCS Guatemala. Incendio en la Selva Maya

 

Para evaluar el nivel de riesgo que significa la contaminación del aire para la salud humana, es importante tener acceso a datos confiables. Por eso, el Proyecto “Fomento del monitoreo de biodiversidad y cambio climático en la Selva Maya”, financiado por el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU) de Alemania en el marco de su Iniciativa Internacional de Protección del Clima (IKI), apoya a varios actores en la región de la Selva Maya en el monitoreo de la calidad del aire.

Para ello el proyecto apoyó la adquisición de sensores Purple Air que fueron instalados en diferentes regiones de la Selva Maya, cubriendo áreas en Guatemala, Belice y México. Estos sensores detectan partículas en el aire, cuyos niveles están disponibles públicamente y en tiempo real en el internet.

 

Créditos: GIZ/ Ameyalli Nares. Un sensor de calidad de Aire PurpleAir

 

Estos datos ya se utilizaron para mejorar las condiciones de vida de muchas personas. Después de haber confirmado un nivel peligroso de calidad de aire durante un incendio en el vertedero de San Benito, Guatemala, la municipalidad inició el proceso para un mejor manejo de los desechos sólidos. En Belice, los datos preocupantes por quemas agrícolas causaron una campaña en redes sociales. En consecuencia, el gobierno beliceño aprobó una ley que prohibió quemas durante la contingencia por el COVID-19.

Debido a estas experiencias exitosas, actores en Guatemala, Belice y también México quieren ampliar la red de sensores de calidad de aire. Eso permitirá detectar y reaccionar más rápidamente a amenazas para la salud respiratoria humana. En conjunto con otras medidas, ese enfoque ayudará a la población y tomadores de decisión de los tres países a hacer frente a la pandemia COVID-19 y posibles epidemias similares futuras.

Contacto: claudia.nares@giz.de

Más información en:

Selva maya, devorada por las llamas – La Jornada

Purple Air

Alarma por mala calidad del aire en Petén, un factor de riesgo para la población ante el covid-19

 

This morning the particle sensor recorded record smoke in the Belmopan air. The air is nearly un-breathable. See: https://www.purpleair.com

Gepostet von Jan Meerman am Freitag, 17. April 2020

Las comunidades que conservan, restauran y aprovechan sustentablemente el manglar dependen de la comercialización justa de sus productos. Mundo Manglar es una estrategia que busca conectar productos locales con mercados de consumo responsable, una propuesta especialmente relevante ante la pandemia por COVID-19 y sus impactos económicos locales.

En el contexto de contingencia sanitaria ante el COVID-19, se identifica la necesidad de fomentar el consumo en mercados más justos, que favorezcan a las economías locales y a proyectos basados en el aprovechamiento sustentable de nuestros ecosistemas. Mundo Manglar es una iniciativa promocional encabezada por Pronatura Veracruz A.C. para sensibilizar al mercado sobre la importancia de los manglares y los servicios ambientales que brindan. Con el consumo responsable de productos como madera, carbón y miel se contribuye a la conservación de la biodiversidad y a dinamizar las economías locales, especialmente en ante la contingencia sanitaria global.

El proyecto “Restauración del paisaje de manglares; una oportunidad para el desarrollo social en el sitio RAMSAR Sistema de la Laguna Alvarado en Veracruz, México” (financiado por el Ministerio de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear BMU, dentro de la iniciativa IKI) tiene por objetivo generar una estrategia de largo plazo para la restauración de manglares, que al mismo tiempo siente las bases para el aprovechamiento sustentable y la comercialización en mercados justos.

 

 

Los medios de vida locales que dependen directamente de los manglares han sido fuertemente impactados por la contingencia sanitaria. Actividades como la pesca o la producción de carbón, madera y miel de manglar, están concatenadas con otros sectores económicos actualmente detenidos o restringidos, como el turismo y el consumo de alimentos local.

La emergencia sanitaria requiere generar una respuesta para mitigar impactos directos y, a su vez, crear oportunidades para el fortalecimiento de los proyectos ante sus repercusiones en el mediano plazo. Analizar las cadenas de valor ante la pandemia permite identificar sus implicaciones y las acciones puntuales para dar continuidad a la comercialización de productos del manglar.

En este contexto, el sitio web y campaña Mundo Manglar cobra mayor relevancia y así mismo enfrenta importantes retos. Se requiere hacer efectiva la venta digital y los sistemas de envío, considerando el limitado acceso a medios digitales de las comunidades. Por otro lado, debemos sensibilizar al mercado para mantener e incrementar el consumo de productos con precios justos, tanto en la contingencia como ante las repercusiones en el mediano plazo por el COVID-19.

El programa de Empresas de Agua y Saneamiento para la Mitigación del Cambio Climático (WaCCliM) es implementado por la Deutsche Gesell­schaft für Internationale Zusammenarbeit  (GIZ) GmbH (Cooperación Alemana al Desarrollo Sostenible) en México, esto en coordinación directa con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). El objetivo principal del programa es apoyar a los organismos operadores (OO) de agua y saneamiento en reducir su huella de carbono y aumentar su resiliencia climática.

El aumento en la frecuencia del lavado de manos es una de las actividades primordiales que el gobierno mexicano promueve como medida para reducir la posibilidad de contagio del virus COVID-19. Esta actividad tan cotidiana nos lleva a poner mucha más atención en el “tras bambalinas” del sector agua y saneamiento y la relevancia de contar con un sector funcional para que las personas en cualquier parte del país puedan tener acceso al agua potable en calidad y cantidad suficientes para llevar a cabo esta medida de prevención.

Las actividades del programa WaCCliM tienen una relación directa y orgánica con la recuperación sustentable (green recovery) que se vislumbra para los siguientes meses/años, entre ellas están el fortalecimiento a las capacidades del personal operativo que trabaja actualmente en los OO, mejorar los servicios de salud pública al promover el acceso a los servicios de agua potable y saneamiento a lo largo del país, impulsar y replicar el uso de tecnologías que minimicen la huella de carbono en los OO y que a su vez demanda la profesionalización del sector para proveer servicios de consultoría técnica y de implementación de tecnologías amigables con el ambiente.

El Sistema de Comercio de Emisiones (SCE) es uno de los mecanismos de precio al carbono que ha acelerado la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) durante la última década. Funciona bajo el principio de “tope y comercio”. Se impone un límite a las emisiones de uno o más sectores económicos y otorga a las instalaciones reguladas un número limitado de derechos de emisión que pueden comercializar entre ellas, para efectuar sus obligaciones de cumplimiento de manera costo-efectiva.

Existen factores que aseguran el buen funcionamiento de un SCE, entre ellos destacan la estabilidad en el precio del carbono y una oferta de derechos de emisión congruente con la demanda del mercado. La actual recesión económica derivada por el COVID-19 ha alterado estas dos variables y ha presentado desafíos importantes para los más de 20 SCE en operación alrededor del mundo. En ese sentido, es importante conocer las estrategias mundiales para solventar estos desafíos e identificar posibles lecciones aprendidas para fortalecer el Programa de Prueba del SCE en México, vigente desde enero de 2020.

Según datos de ICAP, durante marzo, en California y Quebec se observó una importante caída en el precio al carbono, así como en la Unión Europea (UE), donde descendió de un promedio de 25 euros a 15 euros. Inclusive, en Suiza se reprogramó la subasta de derechos de emisión por la baja de precios. La comercialización de derechos de emisión en el SCE de la UE se ve afectada por la sobreoferta, lo que puede ocasionar la reducción de los ingresos públicos por subastas y desincentivar las inversiones en tecnologías de mitigación.

Países como Canadá, China, Corea y Suiza han respondido ante estos impactos postergando las fechas de cumplimiento y entrega de reportes, mientras que la Comisión Europea prevé una reducción en el número de derechos de emisión disponibles dentro de la Reserva de Estabilidad de Mercado. Por otro lado, Polonia y República Checa proponen revisar las condiciones del SCE de la UE.

Las estrategias que implementen otros Estados ayudan a informar a México sobre los riesgos que enfrentan los SCE y sus posibles soluciones. El proyecto “Preparación de un Sistema de Comercio de Emisiones en México” (SiCEM), implementado por la Deutsche Gesell­schaft für Internationale Zusammenarbeit  (GIZ) GmbH (Cooperación Alemana al Desarrollo Sostenible), seguirá de cerca la evolución de la situación mundial de este sistema.

Hay innumerables formas en las que el sistema alimentario mundial se pondrá a prueba y causará tensión en las próximas semanas y meses. La mayoría de las apreciaciones actuales prevén en general una contracción tanto en la oferta como en la demanda de productos agrícolas, y señalan posibles interrupciones en el comercio y la logística. Los grupos vulnerables incluyen a los pequeños agricultores, a quienes se les puede impedir trabajar su tierra, acceder a los mercados para vender sus productos o comprar semillas y otros insumos esenciales.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), una de las consecuencias de la pandemia será un menor suministro de productos como fertilizantes, pesticidas y semillas, que probablemente reducirán los rendimientos más adelante en el año. En México, los pequeños agricultores dependen en gran medida de estos insumos. Esta alta dependencia de pesticidas y fertilizantes comerciales y la presión derivada de su escasez podrían reducirse al adoptar opciones ecológicas como el control biológico de plagas y el uso de fertilizantes naturales. La promoción de los bancos comunitarios de semillas no solo reduciría la dependencia de los agricultores de las semillas comerciales, sino que también promovería el uso de semillas locales que se adapten mejor a los patrones climáticos cambiantes.

Por otro lado, la agricultura de precisión podría proporcionar una reducción de costos para los agricultores que luchan por llegar a fin de mes y enfrentan enfermedades o restricciones de cuarentena. Los agricultores mexicanos dependen en gran medida de los insumos laborales y están particularmente expuestos al COVID-19.

La pandemia afectará a todos los elementos del sistema alimentario, desde el suministro primario pasando por el procesamiento, el comercio y los sistemas logísticos nacionales e internacionales, hasta la demanda intermedia y final. En México, las cadenas productivas dependen en gran medida de intermediarios independientes. Las cadenas de valor bien integradas y coordinadas, con una estrecha participación de todos los eslabones de la cadena productiva y centrados en los mercados locales, garantizarán un proceso más estable para todas las partes interesadas.

Los agricultores en América Latina no solo están produciendo con altas tarifas de deuda, sino que sus tasas de interés son significativamente más altas que en los países de altos ingresos. Por lo tanto, están más expuestos a un posible impacto en el costo del capital, que puede surgir de los cambios en las tasas de interés. Los mecanismos financieros diseñados específicamente para los pequeños agricultores podrían ayudar a aliviar esta situación.